Hasta hace
un momento, llovía. Ahora ha parado. Miro por la ventana del salón y contemplo
los edificios de la acera de enfrente. Miro sus ventanas y balcones y me
pregunto cuántas personas tendrán en estos momentos, en alguna de esas
viviendas, intereses e inquietudes parecidas a las mías. Hoy ha sido un día
duro, informativamente hablando. Lo de menos ha sido lo del pie de Froilán, una
tontería si se mira bien. Dice un amigo que lo que tendrían que hacer las
autoridades es retirar la custodia a los padres, igual que harían si en lugar
de ser el hijo de 13 años de la infanta Elena de España fuese el hijo de mala
madre del vecino del 4º, 13 años de bribón y raza gitana. Decían todos los
chupatintas-chupaculos que el chaval estaba practicando el tiro en la finca del
padre cuando se le disparó el arma y una bala terminó en su pie, pero, claro,
la pregunta es inmediata: ¿qué coños estaba practicando? ¿o para qué? ¿ha ingresado
ya en el Ejército, en alguna milicia o banda armada? Que tal y como está la
familia, llena de chorizos amigos de las fundaciones y de todo lo que es ajeno,
uno no sabe para lo que se estaba preparando el muchachito.
No, no
me refería a eso. Eso es una coña. Por más que la abuela diga que estas cosas
son normales en los niños. Hombre, Sofía, reina, en los niños de 13 años que
juegan con armas de fuego, sí, en otros, no tanto, se te escalabran de vez en
cuando de una pedrada, pero hasta ahí. Me refería en realidad a la cosa
económica. Ahí si que hay chicha.
Cudadín que puede llevar a engaño. Lo que le hemos oído hoy a la presidenta de la Comunidad
de Madrid es sensato. O es aparentemente sensato. En realidad, ha dicho la
verdad pero lo ha dicho ella, que no es la persona que puede decirlo, no por
llamarse Esperanza Aguirre, sino por ser la presidenta de esta cosa que se
llama Comunidad de Madrid. Aguirre ha venido a decir que el estado autonómico
es una ruina como ha quedado bien demostrado y que lo que habría que hacer es
un gran pacto de Estado con el PSOE y que los respectivos presidentes
autonómicos cediesen las competencias transferidas, más concretamente,
Justicia, Sanidad y Educación. Y, aquellas de menor importancia (caso del
transporte), a los ayuntamientos, de donde nunca debieron salir. Pues, vale,
perfecto, estamos de acuerdo. Ahora bien, ¿por qué ha esperado la señora
Aguirre a los tiempos de vacas flacas para proponer el desmantelamiento de las
comunidades autónomas, empezando por ‘la suya’? ¿Está bien despilfarrar el
dinero público en CCAA cuando las cosas van bien? Recordemos: vayan bien o no
las cosas, el dinero público sigue siendo dinero y, sobre todo, sigue siendo
público. Aguirre no ha parado ahí y se ha metido en un jardín de órdago, porque
resulta que ahora es partidaria de que los políticos autonómicos se busquen la
vida, se acabe con esa farsa de los parlamentos regionales y aquí paz y después
gloria. Mariano Rajoy ha salido inmediatamente a decir que de eso na-nai, que
no renuncia él al poder de sus reyezuelos autonómicos (esto no va por ti,
Javier) así se lo diga Esperanza Aguirre o el Papa de Roma.
Y, todo,
porque le estamos viendo las orejitas al lobo. Parecía que el simple hecho de
que nos votasen un montón mayoritario de españoles, hartos de los desmanes de
Zapatero, era suficiente aval para que las cosas empezasen a ir bien. El
ministro simpático De Guindos gastaba bromas con sus colegas europeos, movía
mucha las manos y nos decía como con mucha jovialidad aprendida en algún
coaching empresarial de fin de semana que pusiésemos nuestra ignorancia en sus
manos, que habían venido a salvar la patria. Los enemigos de Zapatero en los
mercados, los especuladores, aquellos que atacaban inmisericordes a los
griegos, a los irlandeses, a los portugueses, a los italianos y, naturalmente,
a los españoles, en cuanto llegasen ellos se volcarían en nuestra recuperación.
Pues hoy la bolsa se ha hundido un 3% y la prima de riesgo española se ha disparado hasta los 430 puntos básicos. Un día de record histórico, vamos.
Mientras, el FMI (estos son ‘los otros’), recomendaba para España algo que ya
se puso en práctica en Islandia y que, si no se hace de forma controlada, se
hará de forma indiscriminada y por imperativo categórico: una quita privada de
la deuda hipotecaria. Es de Perogrullo pero, de esta forma, serían los motores
de la crisis los que pasarían a pagar parte de los paltos rotos. Pero, claro,
esto es una genialidad de Lagarde en vista de que va a tener que volver a
aflojar la mosca para rescatar a España.
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