sábado, 23 de noviembre de 2013

Haiku a los conquistadores de voluntades

No os angustie la muerte, marchad.
Allá adonde habéis de ir
No estuvo nadie jamás

viernes, 22 de noviembre de 2013

Audio programa 'Lo hablamos el sábado'


 Audio del programa 'Lo hablamos el sábado' correspondiente al sábado 26 de octubre de 2013. Hablamos con Carlos Rodríguez, jefe nacional del sindicato TNS y con Francisco José Alcaraz, secretario general del Voces Contra el Terrorismo sobre la excarcelación de etarras tras la derogación de estrasburgo de la 'doctrina Parot'


Audio


Nacionalización de la banca (II)

Dejando aparte las acciones jurídicas que tuviesen que llevarse a cabo y que, en ningún caso, pueden considerarse insalvables, el proceso de nacionalización de la banca llevaría aparejadas la toma de decisiones en ciertas materias. Digo que en ningún caso pueden ser consideradas de insalvables puesto que es la soberanía nacional lo que está en juego, el buen gobierno de la nación y la prosperidad de sus ciudadanos.

Por partes.

Como decíamos, la principal virtud de un banco es el ser motor de la economía nacional. En el caso de la banca privada, lejos de lo que creen muchos, su principal función también es esta, con independencia de la legítima obtención de beneficio para sus accionistas. La concesión que da el Estado a los bancos para la realización de esta actividad tiene como contrapartida el que la sociedad en su conjunto se beneficie de la posibilidad de conseguir crédito para su desarrollo económico a precio razonable y sin caer en la usura ni en la estafa. Si alguna de estas dos circunstancias se diesen, es potestad del Estado nacionalizar un servicio que en manos privadas no reporta beneficio alguno a la sociedad, antes bien la daña. Es el caso en el que nos movemos y escándalos sobre el particular saltan a diario a las primeras páginas de todos los diarios.

El Estado puede por tanto tomar dos decisiones: puede dejar que los bancos sigan estafando a los ciudadanos y a la nación en general, y puede decidir tomar cartas en el asunto y nacionalizar las empresas de crédito. Lo que no puede de ninguna de las maneras es tomar las riendas para socializar las pérdidas y, una vez puesto al día el banco en cuestión, saneado y rentable, ceder la explotación de su beneficio a un particular y, sobre todo, si este particular era el gestor del banco previo a su rescate.

Nacionalizado un banco, sería coherente pensar que, en libre competencia, ningún otro banco privado pudiera dar crédito más barato ni ofrecer condiciones más ventajosas que el propio banco nacional. Pero si lo hubiese no hay porqué pensar que no pudiese obtener beneficio con su actividad, sin duda, mucho menor que el que ahora obtiene. De tal manera que, si la prestación del servicio puede ser atractiva para un banco, no habría impedimento para su presencia. Sería la ley de mercado, la ley de la oferta y la demanda, la que haría que una empresa cualquiera decidiese financiarse a través de la banca pública o de la nacional. Y, supongamos, que, con el tiempo, la banca privada no viese beneficio alguno para operar en España, ¿dejarían de tener por eso las empresas necesidad de financiación? Creemos que no. Y creemos de igual manera que no pasaría nada porque en España hubiese un sólo gran banco nacional, como lo es el Sareb, pero en bueno.


Muy bien, ya tenemos nuestro 'Banco Nacional' (lo llamaremos así por comodidad) operando, dando crédito y financiando proyectos empresariales que producen beneficio a empresas y particulares, generando empleo a través de la actividad económica relanzada y revitalizada, ocupando todos los sectores económicos del país. Produciendo, produciendo y produciendo. Cubiertas las necesidad propias de producción, un país como España, rica en todos los sentidos, en todos los ámbitos, rica también en el genio de sus empresarios y de sus trabajadores, se vería en la necesidad de exportar sus productos y, tal vez, otras capacidad de nuestro 'BN' sería necesaria que entrase en juego. Pero eso será materia de otro artículo.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Nacionalización de la banca (I)

Hay un tema recurrente. Un tema que, su simple enunciado, te sitúa automáticamente en el redil de los indeseables piojosos antisistema. No es otro que la nacionalización de la banca. Es tanto como decir que Dios no existe en el cónclave de sucesión del Papa; te echan de allí, seguro. La herejía liberal es muy grave.
Lehman Brothers, Goldman Sach o Merrill Lynch no son Boeings estrellándose contra las Torres Gemelas de Nueva York; son bombonas de butano en una corrala del XIX en un viejo barrio castizo. No son anomalías del sistema bancario, rarezas en la segura profesión de prestamista, ni víctimas de un momento puntual de la historia y de la insaciable voracidad de enriquecimiento de un grupo de negratas en una zona residencial con pistas de bascket y canastas para negratas. No, Lehman Brothers, Goldman Sach, Merrill Lynch, Bankia, CajaSur, Caja de Ahorros del Mediterráneo y tantas y tantas otras entidades financieras son la esencia del sistema liberal capitalista, los patronos, los pistones del motor de combustión de la economía de mercado.
No vamos a analizar una vez más la crisis de las subprimes porque sitios hay a patadas en internar para conocer los antecedentes, los hechos y las consecuencias de una crisis de proporciones globales.
Pero en una economía inmoralmente globalizada, lo que sucediera en EEUU tendría repercusión, naturalmente, en una pequeña, acomplejada y seguidista economía española, empeñada en aquellos años en copiar cuanto pudiese la economía del hermano americano. Que allí se concedían créditos sobre el 100% o más de la tasación de un inmueble, aquí, en plena fiebre de especulación inmobiliaria, en el reino del ladrillo, las hipotecas se hacían a 40 años y sobre las tasaciones más disparatadas, sin importar la capacidad real de endeudamiento del comprador. Así, una vez que reventó la burbuja, España destapó un agujero que se tragaba toda posibilidad de recuperación a futuro y se ponía a la cabeza de los países más endeudados del mundo.
De la misma manera que hablamos de la crisis subprime, empezamos a hablar de la prima de riesgo. Muchos no sabíamos lo que era y algunos seguimos sin saberlo. Luego el que si te rescato, que si no te rescato; que Alemania esto y Alemania lo otro...y los recortes, los brotes verdes y la luz al final del túnel.
Es la mentira liberal para tenernos entretenidos y no analizar en toda su extensión una realidad: los bancos crearon una crisis de la que obtuvieron beneficios. Conclusión: no fue una crisis ni económica ni financiera; fue una estrategia comercial. La miseria, el hambre y la ruina que han dejado a su paso son el resultado de la rapiña perpetrada por los que planificaron los escenarios de crisis.
Cuando cayó el sistema (aparentemente), hubo incluso líderes mundiales, como el presidente de la República Francesa entonces, Nicolas Sarkozy, que afirmaron que había que ir a una refundación del capitalismo, que hablaron de crisis del sistema liberal capitalista. Empezamos a hablar del sistema financiero como sector estratégico y, como tal, susceptible de ser tratado con guante blanco, esto es: rescatable. No podíamos dejar que los bancos asumiesen el coste de su usura porque eso supondría tener que cerrar, dar quiebra. La quiebra de un banco no podía ser tratada como la quiebra de la industria energética o metalúrgica (para entonces, los sucesivos gobiernos democráticos ya se habían encargado de que la industria pesada estuviese en manos privadas -la rentable- o desaparecida -la deficitaria). Su caída suponía el colapso del sistema, que la pequeña y mediana empresa no recibiese el crédito que necesitaba para su funcionamiento, que los particulares no pudiesen seguir endeudándose y consumiendo. Dado el relevante papel que le tocaba asumir, todos aceptamos lo inaceptable: había que rescatar a la banca.
Para sanear el sistema financiero el Gobierno se puso el traje de árbitro y montó el Sareb, banco malo, contenedor de la basura tóxica de depósitos impagables. Y empezó a financiar con ese Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria a las miles de cajas, bancos y fondos de inversión que aportaban luminosos a nuestros bajos comerciales. Primero sacamos del pozo a Caja Sur; la última fue Bankia, la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid que, allá por el XVII fundase el Padre Piquer para alivio de menesterosos y que se había convertido, de la mano de enchufados niños pera en patio de monipodio para trapicheos electorales, pago de favores y Gürtels varios. Los políticos ayudaban a quienes les habían ayudado y financiado juergas y mariscadas democráticas. El Estado tomaba las riendas de las sociedades díscolas para, con el esfuerzo de todos, nacionalizando la deuda, sacarlas a flote. Se nos decía que era para el bien de todos. Todos hemos contribuido con nuestros esfuerzos a hacer rentables sus cuentas de resultados. Pero, a cambio de qué?
Todo tendría sentido si el 'Banco Nacional' hubiese servido para garantizar el crédito y el flujo de capital para mover la maquinaria patria. Pero no era ese el fin. El fin, en realidad, era volver a hacer atractiva la empresa y poder cedérsela a algún amigo que pueda explotar los beneficios. En definitiva, que se pueda volver a soñar con un nuevo renacer del ladrillo, de la financiación de hipotecas, del sueño de la especulación inmobiliaria. Los bancos, en el sistema capitalista, no están hechos para crear riqueza sino para amasarla. El paraíso capitalista es el paraíso fiscal del dinero negro en sociedades opacas en islas del Caribe. Es la cueva del tesoro del pirata Drake. Es el jet privado de uno a costa de la miseria y el desahucio de miles.

martes, 19 de noviembre de 2013

Audio programa 'Lo hablamos el sábado'

Audio del programa 'Lo hablamos el sábado' correspondiente al sábado 19 de octubre de 2013. Hablamos de la suciedad de Madrid, días antes de que se iniciase la huelga de basuras

Audio 1
Auidio 2

lunes, 18 de noviembre de 2013

Audio programa 'Lo hablamos el sábado'

Audio del programa 'Lo hablamos el sábado' correspondiente al sábado 12 de octubre de 2013, día de la Hispanidad

Audio



viernes, 15 de noviembre de 2013

SOS Filipinas

Caritas Española ha aprobado una primera contribución de 200.000 euros de fondos propios, que se enviarán a Caritas Filipinas para paliar las necesidades más urgentes que se centran en agua, alimentos, medicinas, material de saneamiento, refugio y albergue.

Las Cáritas Diocesanas, entre ellas la de Zaragoza, se han unido al llamamiento hecho por Cáritas Española. Las aportaciones deben dirigirse a las siguientes cuentas 2085-0113-62-0300027229 de Ibercaja y 2086-0004-05-0700657443 de Caja Inmaculada (CAI).


jueves, 14 de noviembre de 2013

Lo que se pudre en este mundillo

No, el periodismo no murió con internet. De hecho, internet revitalizó en parte la profesión. El periodismo murió con los periodistas. Murió con los bancos. Murió cuando se alejó de su cometido y se metió en jardines que no eran de su competencia. Murió cuando se convirtió en instrumento de propaganda y en mercadillo de chanchullos varios. Murió, o está muriendo.
Siempre habrá periodistas que suministren al enfermo terminal una bocanada más de aire. Periodistas independientes que no vivan subidos a los barcos encallados de los grandes medios.
Pocas profesiones habrá en el mundo más corporativistas que esta. Entre nosotros somos capaces de defender lo indefendible siempre que lo haya llevado a cabo un compañero de profesión. Creo que el corporativismo es la primera asignatura a cursar en primero de carrera y la que determinará, a la postre, lo alto que puedas llegar en la profesión. Digo que lo creo porque yo no he estudiado la carrera de periodismo pero me las he tenido que ver con un buen puñado de becarios recién licenciados que, aparte de envidias y admiraciones, pensaban que cualquier cosa dicha, escrita o televisada era cierta sólo porque saliese de la pluma o de la boca de un "reputado" periodista. Hablo de la autoridad de la experiencia, enemiga acérrima de la premisa básica de cualquier información: contrastar las fuentes. Si lo dice Mengano es cierto no porque sea cierto sino porque lo dice Mengano. El antiperiodismo, vamos.
Se agrava el problema en un tiempo en el que, según nos cuentan hoy, el público demanda más debate político y menos información. El santa santorum es el profeta mañanero, conocedor de todo pero especialista en nada, que pontifica sobre cualquier tema que le salga al paso, el proceso de enriquecimiento de uranio en Irán o los problemas de la industria conservera patria. Obligados a saber de todo, a tener opinión de cualquier cosa, criterio de la materia que sea, el "opinólogo", opina, con frecuencia, al pedo, más en un alarde de populismo que de honestidad profesional, buscando quedar bien con la audiencia o sus lectores, ansioso del aplauso democrático. Si respalda la mayoría no es que sea bueno, es que es verdad. Y, así, la fidelidad al líder de opinión es comparable a la fidelidad al líder político. Tal vez de aquí lo de 'cuarto poder'.
El problema es que cuando no se sirve a la verdad, se sirve a la mentira. El periodista, hoy, está más dispuesto que nunca a hacerlo. El nivel de autocrítica alcanza en la minoría de los casos para ser consciente del fraude en el que se incurre; la mayoría, no llegará nunca a cuestionarse su papel en el mundo.
El periodista novato maneja alguno de esos mantras, axiomas y preceptos que le hacen creer en la profesión elegida, en su vocación como escritor o comunicador. Muchos de estos aforismos se han hecho de dominio público y los maneja con igual soltura un físico nuclear y un electricista. El periodismo es el cuarto poder porque fiscaliza la acción del Gobierno y sirve a la democracia para vacunarse contra el absolutismo. Las opiniones son libres; los hechos, sagrados. De todos, la personalización de la libertad de expresión en el periodista, así, de forma general y a cambio de nada, sin precio establecido, suele ser la más extendida y grave. Si alguien contradice al periodista y desmonta sus argumentos, ataca sin remisión a la libertad de prensa. Cuadratura del círculo en el que el encargado de velar por la limpieza del juego democrático se asocia con el que quiere mantenerla bajo la bota de su control.
El periodismo murió en los medios cuando decidieron que su negocio no era informar sino manejar la información en beneplácito de grupos empresariales o cuadrillas políticas. Pero muere cada día cuando un periodista calla lo que sabe y dice lo que interesa.
Una verdad a medias es una gran mentira, a ver cuando nos enteramos. De nada sirve la información si no hay formación. Y, hoy, según todos los estudios, tenemos la ciudadanía menos formada de todo nuestro entorno. Hemos fabricado borregos y, desde la prensa, hemos contribuido con ahínco en su fabricación. La revolución individual de la que hablamos siempre en este blog empieza por tomar conciencia del problema y provocar los cambios día a día.
Me decía un compañero que la dignidad no paga facturas. Esa es actitud del servil. Es la actitud que marca hoy el ritmo de las rotativas.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Público vs privado

Cuando en un país uno tiene que explicar que las empresas tienen un fin social es que algo no marcha bien. El liberalismo, la doctrina que triunfó tras el fin de la II Guerra Mundial, ha tenido desde entonces tiempo para adoctrinar a la población en dos ideas básicas. A saber: que la empresa privada siempre está mejor gestionada que la pública y que la primera tiene como único objetivo la obtención de beneficios. Cualquiera de estas dos ideas es falsa aunque su apariencia sea la de una verdad constatable, incontestable.
Empecemos.
El problema de la gestión dependerá siempre de que el gestor sea bueno o malo. Gestores buenos los hay en la empresa pública y en la privada. Y lo mismo ocurre con los malos. Se dice que en la privada, al tener que presentar resultados ante la junta de accionistas se está obligado a la buena gestión o, en el peor de los casos, a la gestión responsable. En la pública el dinero es de todos y, por lo tanto, dicen, de nadie. En la empresa pública los accionistas somos todos, que es diferente. Por tanto el celo del gestor público debiera ser mucho mayor que en la privada. Tradicionalmente, en otros países, la mala gestión de los asuntos públicos, no digamos ya el ser sorprendido en estafa, malversación, robo, tráfico de influencias o cohecho, o cualquiera de los delitos que hoy nos gusta sacar en los papeles a los periodistas, conllevaba la vergüenza para uno y para su descendencia, el oprobio, el destierro al ostracismo e incluso el harakiri. Aquí, en España, se solventa con unos días de prisión (realmente muy pocos para la gravedad del delito), suele no recuperarse nada de lo malversado e, incluso, como el juez no se ande con ojo, puede acabar inhabilitado si tiene la osadía de mandar a algún banquero a chirona.
Siendo esto gravísimo no supone tanto deterioro para la nación como la segunda de las afirmaciones. No, el único fin de la empresa no es la obtención de beneficios para el accionariado. Es tan falso como asegurar que Dios quiere más a los ricos que a los pobres y que, de alguna manera, el poderoso ya se ha ganado el favor de Dios. Calvinismo puro que funciona de maravilla en países calvinistas o de influencia calvinista. En España, pese a quien pese, católica, ni se puede ni se debe sostener semejante estupidez. La empresa cumple, ante todo, un bien social. Lo afirma nuestra constitución del 78 al afirmar primero la necesaria protección de la iniciativa privada y, más tarde, al garantizar (papel mojado como puede comprobarse) la dignidad del trabajo y el salario justo para el trabajador. Como concesión que es del Estado, la iniciativa privada está obligada a la consecución de puertos de trabajo dignos y dignamente remunerados. Es el contrato tácito que firma el Estado con el individuo que pretende beneficiarse de la explotación de recursos nacionales. Por tanto, y aunque desde el punto de vista del empresario la empresa se monte para obtener beneficios, estos están condicionados a la prestación de un bien social exigencia del Estado: puestos de trabajo que dignifiquen la persona, que permitan el desarrollo de la vida en sociedad. Pero esta obviedad no demuestra sólo la miopía de los empresarios liberales al mirar el drama real del empleo sino la ceguera absoluta del estado liberal, centrado y preocupado no en sus ciudadanos, aquellos de los que dice recibir el poder, sino en cuidar de sus engranajes de corrupción y tenerlos bien engrasados.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Canal 9

Pese a lo que opina mi buen amigo Rafael Nieto, trabajar como periodista no le hace a uno periodista. Tal vez por esto, por que no lo soy, no albergo corporativismo alguno entre mis sentimientos profesionales. Y, cuando hoy todos hablan del cierre del Canal 9, yo, creo, puedo mantener una posición más despegada que el resto de mis compañeros.
Por partes. El cierre de un medio de comunicación es una desgracia; el cierre de un medio de comunicación público es una tragedia. Además (soy el menos constitucionalista de los presentes y puedo demostrarlo), según los padres de la democracia, los medios de comunicación suponen el cuarto poder, el equilibro en la balanza, la garantía de que no se cometerán en el gobierno del pueblo arbitrariedades en el poder que pasen inadvertidas a la ciudadanía. Tal vez esta sea la más importante de las premisas para la existencia de la prensa. Una prensa que, además de fiscalizadora de la acción de gobierno, ha de ser, por encima de todo, libre. Bien pensado, es la única prensa posible; el resto es propaganda.
Los 1700 trabajadores del Canal 9 que irán a la calle, descontados directiva y cargos políticos colocados por la Generalitat, son profesionales cuyo único delito ha sido el de hacer su trabajo en la medida en la que se les ha permitido. Y digo esto porque cuestiono mucho que en Canal 9 alguien haya podido hacer su trabajo libre e independientemente. Quizás sólo los que daban las órdenes. O ni siquiera estos si es que las recibían del poder político o financiero.
El problema del enunciado con el que empezaba es que no hay nada más privado que una televisión autonómica. Ciertamente, la pagamos entre todos; ciertamente todos asumiremos el gasto del cierre (que lo tiene y bastante alto); ciertamente todos hubiésemos asumido el coste de su continuidad. Pero no es menos cierto que el servicio público brilla, en este como en todos los casos, por su ausencia y que es el olor a incienso el que impregna parrillas y pasillos. Servicios informativos laudatorios, serviles y afectos siempre al punto de vista del presidente de la autonomía en cuestión, tertulias convertidas en el reducto en el que se refugia lo más pelota e inútil de la profesión, espacios culturales para el adoctrinamiento, programas de entretenimiento para el lavado de cerebros... Todo huele a podrido en Dinamarca!
Las mentes "bienpensantes" aplauden a Fabra y se apuntan a la demagogia del argumento exhibido por el susodicho: "no quitaré ni una cama de hospital ni cerraré un colegio por Canal 9" -ha venido a decir. Lo dice un político que pertenece al partido de los recortes, de las privatizaciones encubiertas y de la austeridad entendida en cabeza del débil. Y lo dice a sabiendas de que el gasto en televisiones autonómicas está tan justificado en su comunidad, en cualquiera de ellas, como lo pueda estar un aeropuerto sin tráfico o una legión de asesores. Sobra Canal 9 como sobran los asesores o los aeropuertos sin aviones y sin pasajeros; como sobra ese mundial de F1 al que destinan una pasta pero que no provoca el cierre de colegios y hospitales. Porque, ahondando en la cuestión, lo que de verdad sobra es Alberto Fabra y las 17 CCAA que embotellan (no es un chiste) nuestro Estado.
Hemos oído decir a esas mentes "bienpensantes" que el empleo público no genera riqueza, que no produce. Se retratan. Y a uno se le hace insufrible tener que seguir, día tras día, demostrando lo evidente.

http://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/2013/11/06/527a21236843416e698b4586.html

martes, 5 de noviembre de 2013

Regreso

Se impone volver al tajo. Se impone hoy, 5 de noviembre, día en que hemos conocido un nuevo dato de empleo. Otros 87.000 españoles más al paro, a las colas para sellar una tarjeta que de derecho a un subsidio, taquillas donde se expiden billetes para pasar unas largas vacaciones en el infierno.
Se impone recuperar el hábito de la escritura para expresar lo que uno siente y sabe; para que sirva, si sirve, Dios sabe a quién o para qué. Se impone hablar, escribir, discutir, pelear, disertar; se impone pensar en alto para que cunda el ejemplo y llegue el día en que todos pensemos en alto. Nos quieren mudos e inventamos el lenguaje de signos; nos quieren sordos y nos tocamos; nos quieren ciegos y nos chillamos; nos quieren mansos y nos revelamos.
Se impone la revolución de las impresoras, del correr de mano en mano, una vez que se cierran los micrófonos. Cada vez van quedan menos altavoces para las gargantas disidentes.
Disidencia que no es una pose, que no es una tendencia, que no es la estética del dandi. Disidencia a cualquier precio. Al precio de la sangre y de la vida si fuera preciso. Está comprobado que estas, sangre y vida, ganan voluntades, vigorizan los músculos del pueblo e impregnan sus banderas victoriosas.
Hay un gran enemigo público con mil cabezas y un solo corazón rector. Un corazón para pensar por todos y mil cabezas para dividir los esfuerzos del combatiente. Qué términos! -dirán muchos. Qué trasnochados, qué tremendistas, qué antiguos!
Pues sí. Es el verbo del "a vida o muerte".