martes, 24 de julio de 2012

Lecciones del 15M (I)

“La Junta andaluza mete la tijera a los coches oficiales: de 200 a 40”. “Montoro tiene tres pisos en Madrid y aún cobra dietas por alojamiento”. “Fernández Díaz cobra 1.800€ al mes para alojamiento pero vive en la sede de Interior”.
Son algunos de los titulares que podían leerse hoy, 24 de julio, en la prensa digital española. Pueden parecernos normales, algo con lo que convive la democracia de esta vieja piel de toro, pero hace un año -un poco más- tales titulares eran impensables. Los hace posibles un ambiente contrario al permanente expolio de los recursos que con tanto esfuerzo colaboramos a financiar todos los españoles, incapaces de llevarnos nuestro dinero de España, bien porque no tenemos los asesores financieros necesarios para hacerlo, bien porque no tenemos más que números rojos en la cuenta, intransferibles a un paraíso fiscal en el que renten libres de impuestos.
La matriz del cambio la posibilitó el 15 de mayo de 2011 un movimiento pacífico y ocupa que nos llevó a cuestionarnos las raíces mismas de la representatividad parlamentaria. Tenía el movimiento un aire revolucionario al estilo del que barrió el Magreb en la inconclusa aún primavera árabe. Pero aquí no hubo muertos ni detenidos, no hubo cambio de régimen, derramamiento de sangre –somos civilizados- ni políticos a la carrera. El sistema fue capaz de abrazar el coletazo ciudadano y hacerlo propio sin demasiados esfuerzos. Era mucho lo que estaba en juego: unas elecciones, nada menos. Y, eso, amigo, es sagrado. Tan sólo un imperdonable sacrilegio: la violación de la jornada de reflexión, algo que puso de los nervios a todos los que concurrían a la cita con las urnas. A parte de eso, poco más. El movimiento 15M fue engullido como un calentón de primavera queda ahogado por los sofocos del verano.
Cambió el Gobierno, no el régimen, y no cambió nada. El ambiente fiscalizador de la mamandurria del político vio la luz en el subconsciente colectivo y todos empezamos a preguntarnos qué hacían nuestros representantes con nuestro dinero. Algunos descubrieron entonces lo que otros ya sabíamos desde hace muchos años y que, en sí, no es más que la materialización de la corrupción del sistema. Llegados a este punto sólo quedaba entender que el sistema es corrupto y que, a toda costa, había que cambiarlo.
Soy poco dado a romanticismos. El 15M fracasó porque no podía triunfar de ninguna manera. Estaba escrito en sus genes que se diluyera como un azucarillo en un vaso de agua caliente.
Primero estaba la cuestión del liderazgo. Nadie quería asumirlo para que fuese ‘de todos’. Craso error. La cabeza también forma parte del cuerpo y un ser sin cabeza es incapaz de salir adelante. El anonimato exigido privó al movimiento de una representación frente al sistema y, a éste, de nada servía decirle que no se formaba parte del entramado montado por los políticos profesionales (incluyo sindicatos y patronal, políticos profesionales de todas formas). No servía decirle que no se jugaba a su juego por la sencilla razón que ya se estaba jugando. Y, finalmente, se hubiese podido jugar con la ventaja de la representatividad masiva no computable, salvo en caso de querer comparecer en las urnas. Sostengo que un movimiento con líderes hubiese sido mucho más efectivo. El miedo del sistema acabó cuando entendió que se pegaba con el aire y que se agotaba en puñetazos dirigidos contra nadie; dejó de golpear sabedor de que el púgil se esfumaría en el éter. Y así ocurrió: tras unas semanas de acampada, todo quedó en nada. En las asambleas que se montaban en la Puerta del Sol, nacieron o se formaron líderes de opinión, personas capaces de tirar y dirigir al resto del auditorio. En muchos casos, buenos líderes, buenos jefes. Pero la autocensura, la acrítica huida de cualquier tipo de protagonismo, alejó, para bien del sistema, el peligro de una revolución real.
El tiempo jugaba en contra del movimiento, aunque en un principio pareciese lo contrario. Cuanto más duraba la acampada, más se dispersaba el mensaje y más amorfo se hacía. Con cada comisión y asamblea, con cada votación unánime y a mano alzada, con cada gesto de espontaneidad, la fuerza de la ocupación se perdía en burocracias. En el principio, la expectación de los medios era máxima y no se supo aprovechar. Tanta era que hasta los más contrarios a la acampada, aquellos que veían peligrar su publicidad institucional si las elecciones se iban al garete o no ganaban los que ‘tenían que ganar’, apostaron por un seguimiento 24 horas de la misma en vísperas de las elecciones. La procesión iba por dentro, pero desde las azoteas que ocupaban sus cámaras, sus invitados fingían superioridad ante el fenómeno y manipulaban, sin escrúpulo moral alguno, fines y objetivos de una acampada que, finalmente, ha resultado ser acertada en la necesidad de su planteamiento y absolutamente prescindible en sus logros.



Los políticos que intentaron sacar tajada del asunto tampoco salieron muy bien parados. Quienes dijeron que era maniobra de Rubalcaba, erraron; quienes pensaron que eran los ‘suyos’ los que allí se encontraban, marraron, y los que quisieron arrimarse el ascua a su sardina, fueron a por lana y salieron trasquilados. No había representación de partidos políticos y se aseguraba que era un movimiento ciudadano pero el tufo a izquierdas era innegable. El poder de convocatoria, sin duda, exasperaba los nervios de la derecha, incapaz de algo parecido ni en sus mejores sueños. Fracasaron los que intentaron la aproximación bajo unas siglas políticas pero aquello era cosa de la ‘izquierda’. Sí -puedo decirlo porque estuve- y, una vez más, por dejación de la derecha. Allí se estrellaron las pretensiones de Rosa Díez de abrir su programa electoral a las reivindicaciones del movimiento, las de Rubalcaba tratando de animar el voto para sí de la ‘plaza de la Libertad’, las de CayoLara asistiendo como uno más a la obstrucción de un desalojo y remojándose en el agua de una botella cuando quiso hacer declaraciones para la prensa, las de pequeños partidos de corte liberal manipulados por grupos mediáticos al servicio de sus señores del PP y la de todos los que accedieron a la céntrica plaza madrileña con intenciones torticeras. Pero sin una verdadera determinación de subvertir el orden establecido el fin de la acampada estaba cantado.




El tercer error fue pretender hacer una revolución sin sangre. Nunca ha triunfado una revolución pacífica y amable en la que no hubiese derramamiento de sangre. Los líderes ascienden sobre la pila de cadáveres y se forjan en la represión y la tortura. De ahí nacen todos los jefes naturales. Una revolución pacífica y anónima es una revolución sin alma abocada a morir de hastío. Para las almibaradas conciencias progresistas esto que acabo de decir es una auténtica aberración. Pero si se paran a pensarlo un poco verán que es cierto y, tan sólo, constatación de un hecho. La violencia hubiese sido necesaria aunque hubiese venido en forma tan innovadora como la propugnada por el colectivo Anonimus, brazo ejecutor del movimiento 15M, a base de ataques a los sitios web de las estructuras del sistema, colapsándolo y maniatándolo de pies y manos.
Así, el ensayo del 15M había conseguido pasar a los anuales periodísticos pero no sabemos todavía si será capaz de pasar a la Historia.



jueves, 21 de junio de 2012

Rectificación

Con algo que escribí hace unos días calmé mi cabreo pero perjudiqué a terceros, algo con lo que no contaba. He retirado el post porque quien me ha hecho ver el daño que causaba ha tenido la elegancia de no pedirme que me apease del burro. Y como tampoco somos tan importantes ni tan geniales como para creer que nuestra opinión pueda sentar cátedra, pues lo descolgamos y punto. Desde éste, pido perdón a quien, siendo inocente de lo que afirmaban mis palabras, haya podido sentirse ofendido o perjudicado por ellas el tiempo que estuvo visible. Lo siento por los que publicaron comentarios al respecto y también los verán desaparecer, pero estas cosas son así.

jueves, 14 de junio de 2012

Receta anticrisis


Papardelle 'Nietos' o de Pollo

Receta de supervivencia que auna lo mejor de la cocina mediterránea y el estilo cajún. Su nombre deriva de su parecido con la tradicional pasta italiana, de su ingrediente principal y del apellido de su instigador, Rafael Nieto, cocinilla y amante de las 'verduritas'. Fue concebido por el que escribe en una tarde de aburrimiento y éxtasis creativo. Hereda los genes de la moussaka, la sartén del pobre y los spaguetti al pomodoro, pero sin berenjena, pimientos ni espaguetti. Buon appetito.

Ingredientes a ojo para dos personas. No sobra nada. Si sobra, guardar en un tupper:

Dos pechugas de pollo en filetes súper finos
Dos cebollas
Un tomate grande
Un paquete de champiñones laminados
Jamón en taquitos
Pimienta negra molida
Albahaca
Aceite
Música de Knopfler

Preparación:

Lavar con agua fría los filetes de pollo y cortar en tiras largas y como de un centímetro de ancho (como si fuesen papardelle). La cebolla, en largo y muy muy fina; el tomate, en tacos.

En una sartén mediana ponemos un poco de aceite y a pochar la cebolla a fuego muy lento, hasta que caramelice y obtenga un color marrón sin llegar a quemarse. El proceso nos llevará más de 20', así que, paciencia. Reservamos.

En la misma sartén, sin limpiar y subiendo un puntito el fuego, pochamos el tomate. No buscamos el sofrito sino un punto de caramelizado, cualidad harto difícil por tratarse de ingrediente tan jugoso. Aquí es donde demostramos nuestra ciencia gastronómica. Cuando esté casi al punto añadimos por encima las láminas de champiñón. Cuando el champiñón esté blando sin llegar a perder su sabor a campo añadimos la cebolla y albahaca al gusto. Removemos y reservamos.

En la misma sartén, de nuevo sin limpiar (esto de no limpiar no es por guarros sino para aprovechar los jugos de lo que vamos haciendo) ponemos un poco de aceite, subimos el fuego a 'intenso' y le damos caña a los tacos de jamón. El jamón va a conseguir que no necesitemos añadir sal al plato de la misma forma que el dulce de la cebolla neutralizará el ácido del tomate. Cuando estén fritos añadimos los papardelle de pollo y, por encima, molemos un poco de pimienta. Cuando el pollo esté hecho sólo nos queda añadir las verduras que teníamos reservadas y pegarle un último revolcón.

El plato se debe acompañar con vino; un tintorro le irá de p.m.

lunes, 4 de junio de 2012

Carácter hispano


Era cuestión de tiempo que escuchaselo que he escuchado en redacción esta mañana. Me ha venido a lacabeza ese viejo principio de la matemática que argumenta que sisigues una lógica perfecta pero partes de un postulado inicialerróneo, invariablemente obtendrás una solución errónea. Sinembargo, si tu lógica no es perfecta pero partes del mismopostulado, tal vez llegues a la solución del problema. Quien mástenía que callar en la mesa de redacción ha venido a decir que laintervención de la Troika en España solucionaría los problemas delos españoles y que cualquier gobierno, viniese de donde viniesesería mejor que uno formado por políticos españoles.

Estando en parte de acuerdo en loúltimo, es decir, que lo único decente que le queda por hacer alpueblo español para congraciarse con la Historia es pasar a cuchilloa todos y cada uno de sus políticos, la intervención sería solo elpaso final y definitivo para la entrega de las llaves. Se vienecuajando desde que España decidió resbalar por la senda liberal yconvertirse en el sirviente de cualquier potencia extranjeradispuesta a manejar el látigo con la suficiente pericia.

Vean en lo que hemos quedado, en lo queha parado nuestro orgullo, en lo que estamos dispuestos a tragar yconsentir. Seguirán diciendo que el liberalismo es bueno y la formade gobierno más libre para una nación. Seguirán diciéndolo yalgunos creyéndolo como un dogma por más que los hechos seencarguen de demostrar lo contrario. Hoy hay nuevo dato del paro. Undato cojonudo ya que 30.133 personas han encontrado trabajo y ya sólonos quedan 4.700.000 españolitos de brazos cruzados en sus casas.Con España al borde de la intervención, la Prima de Riesgo enquinientos treinta y tantos puntos, el gobierno más perdido que unpulpo en un garaje, sin saber si somos o no españoles y si podemoshacer ondear la rojigualda en la Eurocopa o cantar el himno de Riegocuando Rafa Nadal gane el séptimo Roland Garros, podemos afirmar queestamos en lo más profundo del agujero. Un agujero que ni los másvalientes mineros asturianos hubiesen podido cavar doblando turnosdesde 1975. Ellos, no, pero los sucesivos gobiernos democráticos,sí. Un dato: La tasa de paro era de un 3'78% en 1975, lo que suponía510.500 parados. Había pleno empleo. Tan pleno que se desarrolló uncurioso fenómeno (paranormal visto con los ojos de 2012): elpluriempleo.

Pues afirma nuestra rectora de nosabemos qué que MAFO a la cárcel y que gobierne Merkel, que es máslista y más dura que el resto de nuestros políticos (a Merkel hemosempezado a tomarle cariño, como a una suegra, alguien como de lafamilia por lo mucho que se la menta y se espera de ella unarespuesta, una señora muy bien, de derechas, vamos), y que nosintervengan que así se acabará con el chanchullo de las Autonomías,y que los jefes extranjeros se atreverán a hacer las reformas que nose atreven a hacer los jefes españoles.

Pues muy bien. Y, ya puestos, si aunasí no cumplimos con nuestras obligaciones como Cenicientos, quevenga la OTAN (bajo bandera de Naciones Unidas) y nos bombardee, quees lo que estamos pidiendo a gritos.

En fin, esos huevos que pedimos paralos gobernantes de fuera por incomparecencia de los de aquí son losque tendríamos que tener nosotros, españolitos jodidos (supongo queasí no se me escapa ninguno), para poner a los listos que nos hanllevado a esta situación de 'virtualidad' (dinero de mentira,fábricas de mentira, autoridades de mentira, instituciones dementira...) en la picota. Y habría que hacerlo de forma anónima,como masa exaltada y de igual manera a como venimos depositando elvoto en los pesebres de la democracia. Por que, sí, tambiénnosotros deberíamos hacer examen de conciencia y cortarnos un dedopor cada vez que hemos votado a alguno de los partidos responsablesde esta ignominia, por más que lo hayamos hecho bajo el engaño y lamanipulación.

La intervención, no se engañen, solosupondrá el despido de 500.000 funcionarios para adelgazar la nóminadel Estado. 500.000 funcionarios de carrera, de los que nos sirven,de los que se han ganado su puesto a pulso y conocen bien su trabajo.Se quedarán las Autonomías (ya hay algún gurú con acento deGranollers que afirma que las Autonomías son buenas y que han sidolas políticas corruptas las que han generado el desaguisado. Yvuelta la mula al trigo), los políticos, los banqueros, losespeculadores de todos los pelos y capas posibles, los Urdangarín ycompañía.

No puedo imaginar a Hernán Cortés sinuna antorcha en la mano, mirando lo bien que arde la madera de susbarcos. Aquella España no hubiese consentido nunca la intervenciónporque le iba la honra en ello. Hubiese planteado un pulso al ejefranco alemán. Si no me dan el dinero que necesito, vuelvo a emitirpesetas, mando todo al carajo y veremos quién se hunde primero.Salgo del euro y me lo cargo, arrastro conmigo al resto, a Italia, aLuxemburgo, a Holanda, a Grecia, a la Francia de los camionesvolcados en la frontera y a la Alemania vasalla que vende submarinosa Israel con misiles de cabeza nuclear. Nos vamos todos a la mierday cada uno que plante cebollinos en su casa como Dios le dé aentender.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Días de marejada


9 de mayo y aún no hemos cobrado. La empresa para la que trabajo tiene problemas de liquidez, dicen. Evidentemente. Lo peor no es que no hayamos cobrado sino que no sabemos cuándo lo haremos o si loharemos alguna vez. Se disparan los rumores y allá donde vayas sólo encuentras corrillos de trabajadores que hablan en susurros con cara de circunstancias. Han vuelto a salir a la luz la hipoteca, el colegio de los niños, los plazos del coche, el banco que no espera y carga con intereses de demora o devuelve recibos... La situación es angustiosa. Se espera un milagro que no termina de producirse. Los milagros siempre se producen un día después de que se los espere, tal vez para demostrarnos que no había motivos para la impaciencia.Ya, pero cuando el río suena...

Hago un ejercicio que me está vetado: ponerme el el pellejo de mis jefes,de los que tienen la responsabilidad de solucionar la contingencia. Casi me producen lástima. Me los imagino tomando decisiones jodidísimas con la imagen grabada en la cabeza de todos y cada uno de sus empleados, de todos y cada uno de los miembros a su cargo de los empleados de la empresa. No, no, así no hay forma de tomar decisiones complicadísimas. Hay que limpiar la mente, centrarse en los números, salvar los muebles. ¿Por qué es preferible un soltero a un casado, un padre de familia numerosa a uno en la franja de edad en la que se requieren dos, tres años más para cotizar y jubilarse con una pensión decente? Hay que liquidar líneas de negocio, con todo, con lo que nos llevemos por delante; salvar únicamente lo que nos hace rentables y viables hasta la próxima crisis.

Me imagino en esa mesa estudiando las opciones que aportan las líneas de financiación. El banco deniega nuestra petición de una línea decrédito para pagar las nóminas de este mes. A cambio ofrece un 80% de las indemnizaciones una vez firmemos el ERE. Dicen que así, de esta manera, se fomenta el empleo. Puedes despedir trabajadores tranquilamente que te lo financiamos, pero no te financiamos sus nóminas.

Paralelamente peta por los aires el tema de Bankia. Otro motivo para la pataleta.Mi padre trabajó 42 años de su vida para la entidad predecesora, la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid. De pequeño me llevaba de vez en cuando a la oficina del Monte de Piedad y me hacía comprender el valor del ahorro. La psicología adquirida durante tantos años 'de cara al público' le hacían decir que, a la hora de conceder un crédito, sólo le asustaban los que no tenían aparentemente ningún motivo para solicitar el préstamo. La gente más humilde es la más cumplidora -decía. Se matarán a trabajar para pagar sus deudas. Pero de los prepotentes... de esos no puedes fiarte; lo más seguro es que te causen problemas. Claro, era otra España. Las Cajas de Ahorro prestaban al taxista que necesitaba cambiar el coche o al dueño del bar que quería agrandar el salón para dar 20 comidas más al día. Y todos pagaban porque era un deshonor contraer una deuda. Luego la 'Caja' la tomaron los pijos, los técnicos, los amigos de los políticos. El desembarco de las consejerías de Urbanismo asestó la puntilla. Se ganaba más fiando a los especuladores inmobiliarios. Y mucho más siendo un especulador inmobiliario. Y mucho más, finalmente, cambiando la esencia que nos vio nacer y convirtiéndonos en un banco de inversión. Hemos abandonado el populismo; ahora somos tipos importantes y cotizamos en bolsa.

jueves, 12 de abril de 2012

Surcan las aguas tajamares

El poema que comparto es un regalo de mi amigo Raimón Torrente Legazpi. Me gusta, sé que es buenísimo y conozco de muchos otros que tiene escritos y que pronto verán la luz. No hay justicia si no se reconoce el mérito a este hombre que morirá cargado de papeles y con un montón de historias bajo el brazo. Intelectual al estilo de don Francisco de Quevedo, hombre de izquierdas, católico apostólico y romano.


Surcan las aguas raudos tajamares
sobre olas saltarinas y volanderas
enviando blanca espuma a las riberas
con rumor de marineros avatares.

Entona el marino antiguos cantares
galeote del remo, escálamo y estroberas,
que los cantares son las mejores  maneras
de olvidar sufrimientos y pesares

Lleva en las sienes de algas la corona
y sobre el banco su espalda se humilla
sintiéndose amo y señor de su persona,

Capitán y patrón de la grácil barquilla
nada tiene ni nada ambiciona
salvo llegar sano y salvo a la orilla.

martes, 10 de abril de 2012

La bolsa cae, la prima se dispara y Froilán, también. Y lo de Esperanza y Mariano


Hasta hace un momento, llovía. Ahora ha parado. Miro por la ventana del salón y contemplo los edificios de la acera de enfrente. Miro sus ventanas y balcones y me pregunto cuántas personas tendrán en estos momentos, en alguna de esas viviendas, intereses e inquietudes parecidas a las mías. Hoy ha sido un día duro, informativamente hablando. Lo de menos ha sido lo del pie de Froilán, una tontería si se mira bien. Dice un amigo que lo que tendrían que hacer las autoridades es retirar la custodia a los padres, igual que harían si en lugar de ser el hijo de 13 años de la infanta Elena de España fuese el hijo de mala madre del vecino del 4º, 13 años de bribón y raza gitana. Decían todos los chupatintas-chupaculos que el chaval estaba practicando el tiro en la finca del padre cuando se le disparó el arma y una bala terminó en su pie, pero, claro, la pregunta es inmediata: ¿qué coños estaba practicando? ¿o para qué? ¿ha ingresado ya en el Ejército, en alguna milicia o banda armada? Que tal y como está la familia, llena de chorizos amigos de las fundaciones y de todo lo que es ajeno, uno no sabe para lo que se estaba preparando el muchachito.

No, no me refería a eso. Eso es una coña. Por más que la abuela diga que estas cosas son normales en los niños. Hombre, Sofía, reina, en los niños de 13 años que juegan con armas de fuego, sí, en otros, no tanto, se te escalabran de vez en cuando de una pedrada, pero hasta ahí. Me refería en realidad a la cosa económica. Ahí si que hay chicha.

Cudadín que puede llevar a engaño. Lo que le hemos oído hoy a la presidenta de la Comunidad de Madrid es sensato. O es aparentemente sensato. En realidad, ha dicho la verdad pero lo ha dicho ella, que no es la persona que puede decirlo, no por llamarse Esperanza Aguirre, sino por ser la presidenta de esta cosa que se llama Comunidad de Madrid. Aguirre ha venido a decir que el estado autonómico es una ruina como ha quedado bien demostrado y que lo que habría que hacer es un gran pacto de Estado con el PSOE y que los respectivos presidentes autonómicos cediesen las competencias transferidas, más concretamente, Justicia, Sanidad y Educación. Y, aquellas de menor importancia (caso del transporte), a los ayuntamientos, de donde nunca debieron salir. Pues, vale, perfecto, estamos de acuerdo. Ahora bien, ¿por qué ha esperado la señora Aguirre a los tiempos de vacas flacas para proponer el desmantelamiento de las comunidades autónomas, empezando por ‘la suya’? ¿Está bien despilfarrar el dinero público en CCAA cuando las cosas van bien? Recordemos: vayan bien o no las cosas, el dinero público sigue siendo dinero y, sobre todo, sigue siendo público. Aguirre no ha parado ahí y se ha metido en un jardín de órdago, porque resulta que ahora es partidaria de que los políticos autonómicos se busquen la vida, se acabe con esa farsa de los parlamentos regionales y aquí paz y después gloria. Mariano Rajoy ha salido inmediatamente a decir que de eso na-nai, que no renuncia él al poder de sus reyezuelos autonómicos (esto no va por ti, Javier) así se lo diga Esperanza Aguirre o el Papa de Roma.

Y, todo, porque le estamos viendo las orejitas al lobo. Parecía que el simple hecho de que nos votasen un montón mayoritario de españoles, hartos de los desmanes de Zapatero, era suficiente aval para que las cosas empezasen a ir bien. El ministro simpático De Guindos gastaba bromas con sus colegas europeos, movía mucha las manos y nos decía como con mucha jovialidad aprendida en algún coaching empresarial de fin de semana que pusiésemos nuestra ignorancia en sus manos, que habían venido a salvar la patria. Los enemigos de Zapatero en los mercados, los especuladores, aquellos que atacaban inmisericordes a los griegos, a los irlandeses, a los portugueses, a los italianos y, naturalmente, a los españoles, en cuanto llegasen ellos se volcarían en nuestra recuperación. Pues hoy la bolsa se ha hundido un 3% y la prima de riesgo española se ha disparado hasta los 430 puntos básicos. Un día de record histórico, vamos. Mientras, el FMI (estos son ‘los otros’), recomendaba para España algo que ya se puso en práctica en Islandia y que, si no se hace de forma controlada, se hará de forma indiscriminada y por imperativo categórico: una quita privada de la deuda hipotecaria. Es de Perogrullo pero, de esta forma, serían los motores de la crisis los que pasarían a pagar parte de los paltos rotos. Pero, claro, esto es una genialidad de Lagarde en vista de que va a tener que volver a aflojar la mosca para rescatar a España.

domingo, 8 de abril de 2012

Pública, universal y gratuita

Ya se sabe, los enemigos del estado del bienestar, siempre a vueltas con el mismo tema. Hoy el mantra es inaguantable, sobre todo si de mañana sale un ministro iluminado y suelta la chorrada de que las rentas por encima de los 100.000€ deberían pagar peaje por utilizar los hospitales públicos. Los liberales, ni queriendo, son capaces de hacer justicia. O se pasan o no llegan, siempre igual. Creyó el ministro que le dejaríamos en paz y propondríamos para una medalla si se hacía el Robin Hood y sacaba la vena populista. Pues mire, no, no lo verán sus ojos.
Lo explicaremos despacito para que, hasta el ministro, lo entienda.
Mantra del día: el estado de bienestar es insostenible.
El estado que hoy conocemos bajo esta denominación nació allá por los años 50, primeros 50 para ser más exactos. Depende de dónde se ponga el acento y de qué ley se considere piedra angular de esta historia. Tiene, por lo tanto, la friolera de 60 años. Hasta hace cinco años, más o menos, nadie cuestionaba el modelo. No era rentable en términos económicos (naturalmente, porque no debía serlo) pero a ningún economista, más o menos inteligente, se le pasaba por la cabeza que el modelo estuviese agotado. Además, cuando los nórdicos lo copiaban debía ser porque tenía sus ventajas.
Mantra para los próximos días: el 'copago' no nos gusta.
Ya, por eso no os lo quitáis de la boca todo el día. Lo decís tan claro que no hace falta que nos expliquéis nada. El copago os gusta. Os gusta porque solo es el principio de la privatización de la sanidad pública y de la educación pública (sí, ya verán como hay negocio). Iba a decir que no habíais entendido lo de una sanidad y educación universal pero es falso; si lo entendéis, perfectamente. El problema es que con la sanidad y la educación pública se os caga el negocio de la sanidad y la educación privadas. Primero copago, por definición, injusto y, más tarde, para compensar, privatización. Ya lo dicen los futboleros: la ley de la compensación es la más injusta de las leyes porque es injusta dos veces.
No nos gusta el copago. Y, cómo os iba a gustar? Sólo es antesala y justificación para lo que ha de venir. No, no hace falta que nos lo digáis. Ya lo sabemos: tenéis un cuñado o un yerno que tiene hospitales y puede hacer rentables nuestros hospitales si se le cedemos la gestión y obligamos a todos los españolitos a que se hagan un seguro privado (ídem con los colegios). Pero es que, claro, así también los hago yo rentables.